Tanto el diseño de interiores como la arquitectura son actividades imprescindibles cuando se busca ofrecer al cliente comodidad y estética en los espacios construidos. No hay una sin la otra, y sin embargo, me he dado cuenta que la narrativa, aunque no el objetivo -aparentemente- en los artículos relacionados a la arquitectura y al diseño de interiores, difiere claramente entre unos y otros. Por un lado, cuando veo publicaciones relacionadas a la arquitectura, las fotografías expuestas – por obvias razones – intentan hacer énfasis en los espacios diseñados, intentan mostrar a través de imágenes y textos el objetivo de los arquitectos para dicho proyecto: La luz, las profundidades generadas, el color y las texturas. El mobiliario en dichas imágenes por tanto resulta ser sobrio y discreto, pues lo que se busca es que los espacios destaquen por sí mismos en su composición y en sus formas.
Caso totalmente opuesto es cuando leo artículos de diseño de interiores, pues si bien describen de manera muy general la intención de los colores, las texturas y la decoración, los autores o incluso los mismos diseñadores, terminan haciendo énfasis en el origen de la piezas exhibidas en los espacios; y al usar la palabra «exhibidas» lo hago de forma deliberada, ya que al leer dichos artículos además de enfatizar el modelo y autor del mueble, por lo general se observan espacios repletos de ellos, uno en cada rincón del lugar e incluso no pocas veces, sin relación de estilo entre unos y otros. Pareciese que en lugar de leer un artículo de diseño, estoy revisando un catálogo de muebles, vaya, que lo único que faltaría sería que indicaran los precios.
Cuando se hacen las descripciones de los espacios, hablando dentro del ámbito arquitectónico, es usual que se indiquen colores y formas, más nunca veremos que se indiquen modelo y marca de acabados, es más, ni siquiera en muebles que son hechos a medida para el proyecto se menciona empresa que lo fabricó o modelos de electrodomésticos, ya que todo ello se indica en los planos de acabados y de taller, no en una descripción para un artículo.
Quiero aclarar que no estoy en contra de que sugieran comprar y/o usar algunos de esos muebles, mientras estos no sean de piel o plumas – utilizar dichos productos de explotación animal resulta deleznable habiendo tantas opciones sintéticas en el mercado – ya que indicar tales datos probablemente resulte útil a algunos compradores o potenciales clientes, sin embargo, y es quizá esto lo que me genera mayor desconcierto, es que en muchos de estos casos pareciese que la idea del proyecto de diseño de interiores es la de colocar la mayor cantidad de estilos de muebles posibles en un mismo espacio; entiendo que el estilo ecléctico esté retomando fuerza en estos días, pero el ver tantos colores y texturas, muchas veces sin relación alguna entre ellos, me hace pensar que no hubo un análisis consciente de estilo y me hacen pensar que lo única que preocupa a los interioristas de hoy en día es vender muebles y no espacios funcionales ni estéticos.