Hace unos días el Centro Europeo de Arquitectura, Artes, Diseño y Estudios Urbanos junto con el Ateneo de Chicago, hizo entrega del Premio Europeo de Arquitectura 2015 al ya famoso arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Pero ¿qué tiene eso de extraordinario? después de la extensa trayectoria del audaz arquitecto y de que sus obras son reconocidas y conocidas en casi todo el mundo, este hecho y el que haya sido premiado en múltiples ocasiones por su gran aporte en el campo y quehacer de la arquitectura, hacen de este evento, algo esperado.
Cuando pienso en Santiago Calatrava no puedo dejar de visualizar las grandes cubiertas tipo «esqueleto» conformadas por enormes y estilizadas vigas, las cuales muchas veces -si no es que todas- desafían a la misma gravedad y qué decir de aquellos volados que nos hacen creer que «todo es posible». Sin embargo, y he aquí en donde reside y toma forma la «controversia» que le da título a esta entrada, tanto algunas obras reconocidas de Calatrava, como algunas otras de otros reconocidos arquitectos, han resentido tanta osadía.
En los últimos años, Santiago Calatrava se ha visto envuelto en numerosos problemas legales debido a «desperfectos» en sus obras, para empezar, el proyecto Opera House, Palau de les Arts Reina Sofia, en Valencia, España, además de ser una clara muestra de los alcances tecnológicos que han tenido los sistemas constructivos con el paso de los años, es una muestra también de que hasta aquello que pudiera parecer perfecto no lo es tanto si lo observamos de cerca. Poco tiempo después de inaugurado el emblemático edificio -año 2005- comenzaron los problemas para Calatrava, ya que, además de colapsar la plataforma que comprendía el escenario principal (lo cual significó la cancelación de los eventos en puerta de ese año) le «llovió sobremojado» cuando a un año de estos hechos, el recinto se inundó -recordemos que el complejo arquitectónico se encuentra inmerso en lo que era el cause del río Turia- alcanzando niveles de agua de hasta 2.13 metros de altura, lo cual provocó cuantiosas pérdidas en equipo electrónico en el nivel más bajo, además de cientos de miles de euros por concepto de renovación y restauración de los desperfectos.
No obstante, los problemas no terminaron para el arquitecto valenciano, ya que recientemente en el año 2014, Calatrava tuvo que enfrentarse a una demanda interpuesta por la ciudad de Valencia por los daños físicos provocados por el desprendimiento de los mosaicos de la cubierta en forma de cascarón del edificio, esto debido a los fuertes vientos que afectan la zona y a que según los integrantes del grupo parlamentario de valencia, el sistema constructivo empleado -una lámina de acero intermedia entre el panel de la cubierta y el acabado de mosaicos- resultó inadecuado para el proyecto. Todo ello sobra decir, además de obligar a las autoridades a cerrar temporalmente el recinto al público, le ha costado a la ciudad de Valencia considerables pérdidas económicas tanto por la cancelación de eventos como por conceptos de reparación.
Otro «desliz» conocido del arquitecto Calatrava, es el puente peatonal del museo Guggenheim en Bilbao, el cual le ha costado a las autoridades de dicho lugar, innumerables demandas a causa de caídas de quienes han usado dicho paso peatonal. En la búsqueda de la estética y de cierto carácter escultórico, Calatrava propuso dentro de los acabados finales para el área de tránsito del puente, placas de cristal traslúcido, lo cual resultó inconveniente para una circulación que se encuentra a la intemperie y cuya zona en la que se emplaza se ha caracterizado por constantes precipitaciones pluviales. Ésto, no solo ha representado para la ciudad pérdidas por concepto de gastos médicos pagados, sino recurrentes inversiones en cambios de material y reparaciones en la superficie de dicho puente.
Cuando observamos la arquitectura escultórica y desafiante de Calatrava, es casi seguro que sucumbiremos ante tan majestuosos y estilizados edificios, sin embargo, al analizar la funcionalidad y seguridad de los mismos, quizá encontraremos varias o algunas inconsistencias. Es así que si para algunos arquitectos y no arquitectos, el premio dado a Calatrava resulta justo y lógico, para otros, para quienes sus obras han resultado no tan perfectas y por el contrario les han provocado dolores de cabeza, este premio además de inmerecido les resultará una burla, pues si bien Calatrava nos ha mostrado el rostro de la genialidad, también nos ha demostrado que algunas veces en nuestro afán de buscar la perfección estética, nos olvidamos de premisas tan importantes como la comodidad y seguridad del usuario. A modo personal y a riesgo de parecer un poco inconsistente en relación a lo antes expuesto, diré que considero justo el premio otorgado a Santiago Calatrava, que sin la mirada visionaria de este arquitecto no solo nos hubiésemos perdido de las sensaciones producidas por la monumentalidad de sus obras, sino del optimismo de ver desde otra perspectiva los espacios que nos rodean; quizá las obras de Calatrava no sean tan habitables, y si hablamos de arquitectura éste debería ser un factor preponderante para ubicarse en este rubro, sin embargo, no todo lo que se hace en el quehacer arquitectónico es completamente funcional ni completamente estético.
